Quiero rendir un homenaje a las lesbianas anónimas.

A esas profesionales de esfuerzo que prefieren no hablar de su vida amorosa en la oficina para no ganarse enemigas y así ocupar el merecido lugar que de otra forma la sociedad les negaría.

A esas lesbianas trabajadoras que ocupan sus puestos día a día, incansablemente, sin escándalo, luchando por el sueño de llevar la vida tranquila a la que todas de una y otra forma aspiramos.

A las lesbianas que han sentido la necesidad de formar una familia y que, contra todo prejuicio y regla social, ven día a día a sus hijxs crecer.

A todas las lesbianas que alguna vez han querido ir a una marcha, pero que por miedo a que alguien las reconozca en una nota de prensa, no van.

A las lesbianas que, sin decirlo, y sin atreverse a comprobarlo, reconocen a otra en cuanto la ven. En cualquier lugar, en cualquier circunstancia.

A todas ellas... Quiero rendirles este homenaje. A esta especie de pacto secreto que nadie nos obligó a firmar, este pacto de invisibilidad, de silencio, de sumisión, de autonegación, de autodesprcio, y finalmente, de inexistencia, del que hemos sido víctimas por generaciones.

A todas ellas... y a mi, que también soy una de ellas.


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